Este año, me decido a conocer Londres.
Soy de la opinión que los viajes y los libros tienen su momento. Y que ese momento surge, no hay que imponerlo. Así que cuando un destino te llama… ¡Ábrele la puerta! 😉

Big Ben. Londres
El día que empecé a organizar el itinerario pensé < imposible verlo todo en tres días>. Sólo intentando cuadrar tiempo y zonas me estaba estresando.
La experiencia de viajar me ha enseñado que para disfrutar el viaje, también hay que dejarse llevar un poco. Recuerdo mi primer viaje al extranjero. Llevaba planificada la ruta y los lugares que quería visitar al detalle. Iba cargada, de todo tipo de información de los lugares de interés. Información que sacaba de internet, y me ponía a leer cuando estaba en el sitio. Una loca de la organización, y un defecto profesional. Ya apuntaba maneras, la guía que llevo dentro… Pero un buen amigo me hizo ver, que a veces para descubrir un bonito lugar, había que dejarse llevar. Y que quizá el lugar con más encanto era el que te sorprendía de repente, sin haberlo buscado. Así pues, me organicé un poco mentalmente las zonas imprescindibles para visitar y el resto, fue surgiendo.

¡Documentación preparada!
Reservé el viaje, con bastante tiempo de antelación, me aseguré un buen precio de avión y conseguí una buena oferta en un hotel céntrico bastante bien ubicado, próximo al Museo Británico (aunque nada pretencioso). Mi vuelo salía desde Barcelona con una compañía Low Cost. Al llegar al aeropuerto de Gatwick tuvimos que coger la lanzadera, hasta la terminal principal donde se encuentra la estación de tren. Fue bastante fácil. Una vez, en la estación nos fuimos directas a la máquina expendedora de billetes. La verdad es que había una cola tremenda, y bastante alboroto. Había personal que en teoría trataban de ayudar a sacar los billetes, pero lo que hacían realmente es darte más prisa que otra cosa.
Tenía claro que prefería pagar un poco más, pero llegar más rápido al centro y más cómoda. Así que sacamos el billete con el Gatwick Express hasta Victoria Station. En ese momento entre las prisas y el idioma, no nos dimos cuenta de la posibilidad de sacar un billete en grupo, que salía un poco más económico. Siendo tres ya es posible.
Para el transporte público, la tarjeta Oyster, en realidad es muy cómoda. Recargas la tarjeta (5€ se quedan como depósito, si después la devuelves te lo devuelven). Y la puedes hacer servir tanto en metro como en bus. Las puedes recargar en las estaciones de metro en las máquinas de billetaje. Es fácil y práctica.
El transporte en Londres es bueno. La opción de metro es a priori la más fácil de averiguar. Aunque para mí, al contrario que en otras ciudades, donde quizá por tamaño son mucho más sencillas. Aquí me daba la sensación que cruzábamos media ciudad, para ir de una línea a otra. Un agobio de calor, de escaleras y de gente. Es por eso, que cuando descubrí la facilidad de la red de autobuses, no había quien me bajara de ellos. Fácil, súper cómodo, y además aprovechas para ver cosas. No voy a explayarme en contar como funciona (si hay alguien interesado, que me envíe un mensaje o pase a verme por la oficina < Abuc Viajes, Av. Sant Jordi, 12 Roda de Barà (Tarragona)>, estaré encantada de organizarle su viaje a Londres 😉 ) Sólo os diré, que la cosa va de marquesinas con mapas, señalizaciones con bolitas rojas y letras. ¡Facilísimo! 🙂

¡Con el bus a todas partes!
Yo soy muuuy de museos, me encanta conocer la historia de la ciudad o país que visito. Entré en el Museo Británico (entrada gratuita). Y no diré que no me gustó, pero tampoco me resultó imprescindible para la primera visita a la ciudad. Había muchas cosas interesantes de cualquier parte del mundo. Pero a mí, cuando viajo a una ciudad por primera vez, me gusta descubrir cosas que tengan que ver con la cultura de esa ciudad en concreto. En esta ocasión como lo teníamos al lado, era gratis y no viajaba sola, (hay que hacer concesiones) lo visitamos. Así que el museo de Londres, queda pendiente.

Museo Británico

Zona Egipcia. Museo Británico
Desde Picadilly, hasta Buckingham Palace puedes ir perfectamente andando, pasarás por St James Palace y llegarás hasta el Queen Victoria Memorial.

Queen Victoria Memorial. Al fondo Buckingham Palace
A la derecha Green Park, en frente el Buckingham Palace y a la izquierda St James’s Park. Desde allí hasta el Big Ben, El parlamento y la Abadía de Westminster, son 15-20 minutos andando. Un paseíto, si te entretienes haciendo fotos en St. James Park.
Si coges la George Street Parliament podrás hacer la típica foto de Londres, con la cabina telefónica y el Big Ben de fondo.
Desde el Westminster Bridge, se ve perfectamente el London Eye.

London Eye desde Westminster Bridge
Desde aquí caminamos bordeando el Thames dirección Trafalgar Square. En Trafalgar tienes la National Gallery.

Trafalgar Square
Llegamos a la Torre de Londres en autobús, cruzando el Tower Bridge y pasando por La City.

Torre de Londres

Torre de Londres

Tower Bridge
De esta zona, me quedé con las ganas de bajar al Borough Market. Se trata del mercado más antiguo de Londres. Se sabe que desde 1014 en esta zona había un mercado dedicado a la compra-venta de productos y ganadería. Así que hablamos de un mercado con más de 1.000 años de historia. Recomiendan ir de martes a sábado que es cuando esta todo abierto (domingos y lunes sólo los restaurantes). No muy lejos está el Pub The George Inn, que frecuentaba Charles Dickens.
Desde la Torre de Londres si coges el bus nº15 puede que tengas la misma suerte que nosotras y te toque uno de esos antiguos. El 15 te deja en la Catedral de St Paul.

Catedral de St Paul
Para llegar a Camden el metro es buena opción. En realidad es una visita obligada, si no has estado. Pero para los que no son fanáticos de las compras, y les agobia el bullicio de la gente, no será una visita muy larga.

Camden
Recomiendo el Poppies Restaurant, el fish and chips estaba muy bueno. Y el local, era muy chulo, decorado al estilo retro. El personal muy amable.

Fish and Chips. Poppies Restaurant. Camden
También visitamos el museo de Sherlock Holmes que está en el 221 de Baker Street.
Se trata de visitar una casa-museo de varias plantas ambientada en el hogar del famoso detective. La verdad es que está muy logrado, hasta el mínimo detalle. La entrada nos costó 15£
El lunes por la mañana visitamos Hyde Park, no sé si fue casualidad o no. Pero allí habían varios grupos de Horse Guards haciendo entrenamientos que nos tuvieron entretenidas un rato.
El parque muy grande y bonito. Aunque no lo recorrimos entero…

Hyde Park
También nos acercamos hasta Harrods.

Harrods
Recomiendo mucho visitar Covent Garden, es un barrio bonito, con encanto. Busca Neal’s Yard, esa placita escondida y tan colorida.

Neal’s Yard. Covent Garden
Covent, fue de los lugares que más nos gustó. Buen ambiente, con encanto y con gran variedad de locales para comer todo tipo de comidas internacionales.

Covent Garden

Plaza Covent Garden

Apple Market. Covent Garden
Covent Garden, Leicester Square y el Soho, son zonas continuadas de buen ambiente y con buenas opciones para comer. Entre Leicester Square y el Soho se encuentra el barrio Chino.

Chinatown
A los salseros, les diré que nos quedamos con las ganas de entrar en el bar SALSA. Había una cola tremenda, se pagaba 10 libras por entrar. Pero parecía tener buen ambiente. Nosotras, después del tute que nos dimos, renunciamos a alargar la noche. Preferimos aprovechar al día siguiente para levantarnos tempranito… Las consecuencias de viajar de sábado a lunes y haber madrugado para coger el primer vuelo.
En resumen LONDRES siempre es un acierto, me quedaron pendiente algunas cosas. Es una ciudad grande como para visitarla enterita en 3 días. Pero aprovechamos al máximo el tiempo, y lo que nos quedó es la excusa perfecta para volver.